A juzgar por la curva de los rendimientos del Tesoro estadounidense, es probable que la economía de EE.UU. se esté acercando a un punto de inflexión. Las posiciones largas aceleran su crecimiento.
Aunque el oro sigue enfrentándose a una fuerte presión vendedora, los analistas observaron que el metal precioso resiste bastante bien la subida de los bonos estadounidenses a largo plazo.
El miércoles, la rentabilidad de los bonos a 30 años subió hasta un máximo del 5%, el nivel más alto desde agosto de 2007; por su parte, la rentabilidad de los bonos a 10 años se cotiza al 4,8%, un nuevo máximo en 16 años.
Mientras tanto, el oro consigue mantenerse por encima del nivel redondo de los 1.800 dólares por onza.
Y el aumento de los rendimientos de los bonos está creando un entorno de mercado similar al observado en anteriores periodos recesivos.
Los acontecimientos del cuarto trimestre de 2023 se están desarrollando como una combinación de lo ocurrido en 1987, cuando los precios de los bonos se desplomaron antes de la caída del mercado de valores, y en 2008, cuando el petróleo alcanzó su punto máximo. Entonces, en 2008, el precio del oro cayó de 1.000 dólares la onza a 700 dólares antes de repuntar a 1.900 dólares.
Ahora, la salida del oro de los ETF se debe en parte al abrumador poder del gobierno estadounidense.
Y aunque los rendimientos de los bonos tienen margen para subir, muchos analistas creen que probablemente se esté alcanzando un máximo, sobre todo a medida que el mercado laboral estadounidense empiece a enfriarse.
A la espera del informe de nóminas no agrícolas del viernes, los mercados serán sensibles a datos económicos decepcionantes, según Naim Aslam, director de inversiones de Zaye Capital Markets. Según él, los rendimientos de los bonos alcanzarán máximos a pesar de que la Reserva Federal seguirá manteniendo su política monetaria restrictiva a corto plazo.
Algunos analistas creen que con los precios del oro negociándose cerca de sus niveles más bajos desde principios de marzo, el metal amarillo podría ser una compra atractiva.
Los inversores también deben tener en cuenta que el aumento de los rendimientos de los bonos podría perjudicar a la economía estadounidense, mientras que el débil crecimiento económico y la persistente inflación siguen creando unas condiciones de estanflación que serán favorables para el oro.
El aumento de la deuda y la inestabilidad geopolítica podrían restar atractivo a los bonos estadounidenses para los inversores extranjeros. Además, existe el riesgo de que la Reserva Federal pierda el control de los rendimientos y se vea obligada a convertirse en el comprador de último recurso.
Existe la posibilidad de que antes de que la Fed empiece a recortar las tasas, se vea obligada a aumentar su balance con nuevas medidas de flexibilización cuantitativa; esto sería otro aspecto positivo para el metal precioso.
En estos momentos, la Fed se enfrenta a crecientes riesgos económicos y es poco probable que vuelva a situar la inflación en su objetivo del 2% en un futuro próximo.